Instituto Oscar Masotta  - Centro de Investigación y Docencia Pergamino

Presentación del libro:

“Extimidad y posición del analista” de  Osvaldo Delgado.

Leemos casi en los umbrales “en psicoanálisis no hay lectura ni modo de investigación, por fuera de la transferencia” y dice esto para ubicar-se y ubicar al lector desde donde hará el recorrido “a partir del trabajo de Jacques Lacan sobre la obra de Freud”. Ubicación ética, una lectura posible, no absoluta, hay otras y lo aclara.

Entonces, psicoanálisis y transferencia, en eso estamos, no es sin eso que se llevará a cabo esta presentación.

El Subcomandante Marcos del EZLN en Méjico, pone en la voz del Viejo Antonio La historia de la búsqueda, y dice "Cuentan nuestros más antiguos sabios que los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, las nacieron a casi todas las cosas y no todas hicieron porque eran sabedores que un buen tanto tocaba a los hombres y mujeres el nacerlas. Por eso es que los dioses que nacieron el mundo, los más primeros, se fueron cuando aún no estaba cabal el mundo. No por haraganes se fueron sin terminar, sino porque sabían que a unos les toca empezar, pero terminar es labor de todos. Cuentan también los más antiguos de nuestros más viejos que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, tenían una su morraleta donde iban guardando los pendientes que iban dejando en su trabajo. No para hacerlos luego, sino para tener memoria de lo que habría de venir cuando los hombres y mujeres terminaran el mundo que se nacía incompleto”.

Inscribiré en esos PENDIENTES la visita de Osvaldo Delgado a Pergamino que hoy se concreta.

Presentar un libro, una presentación, no es un prólogo, ni una crónica periodista acerca de, es una invitación como toda presentación, en este caso, una invitación a leer.

Presentación – invitación, entonces, cómo seducirlos, es decir cómo mostrarles algo, no todo, dando lugar a un enigma que los cause?

En cada presentación, hay una prohibición y una imposibilidad. Prohibición, no se puede decir todo, y allí mismo anudada una imposibilidad: no es posible decir-lo todo, lo que el libro dice, ya que algo se perderá en cada lectura, algo queda, algo cae, en el mismo acto de intentar aprehenderlo algo se escapa. Y con estas ideas estamos ya en el campo del psicoanálisis.

Una mención al Prólogo del libro: no es sólo una parte del libro, es una intervención sobre el texto con su propio aporte, destacando y produciendo su propia lectura con la introducción de una temática que articula el psicoanálisis con la política, el psicoanálisis en el punto donde es tomado por el recorrido de este libro, a partir de lo desarrollado por Freud desde 1920 con el concepto de pulsión de muerte, lugar donde hace pie Lacan para sus propias conceptualizaciones. Imperdible.

Lo no hecho, posibilita el seguir andando, es el motor, allí donde hay un vacío, hay el lugar a la invención.

Tendrá, el “estado inédito” del que se habla, al que llega alguien a través de un análisis, de pasar, atravesar la experiencia analítica, algo que ver con la invención?

Sigue el relato del Viejo Antonio “Ya se iban los dioses que nacieron el mundo, los más primeros. Como la tarde se iban, como apagándose, como cobijándose de sombras, como no estando aunque ahí se estuvieran. Entonces el conejo, enojado con los dioses porque no lo habían hecho grande a pesar de haber cumplido con los encargos que le hicieron (changos, tigre, lagarto), fue a roer la morraleta de los dioses sin que éstos se dieran cuenta porque ya estaba un poco oscuro. El conejo quería romperles toda la morraleta, pero hizo ruido y los dioses se dieron cuenta y lo fueron a perseguir para castigarlo por su delito que había hecho. El conejo rápido se corrió. Por eso es que los conejos de por sí comen como si tuvieran delito y rápido se corren si ven a alguien. El caso es que, aunque no alcanzó a romper toda la morraleta de los dioses más primeros, el conejo siempre sí alcanzó a hacerle un agujero. Entonces, cuando los dioses que nacieron el mundo se fueron, por el agujero de la morraleta se fueron cayendo todos los pendientes que había. Y los dioses más primeros ni cuenta que se daban y entonces se vino uno que le llaman viento y dale a soplar y a soplar y los pendientes se fueron para uno y otro lado y como era de noche ya pues nadie se dio cuenta dónde fueran a parar esos pendientes que eran las cosas que había que nacer para que el mundo fuera completo”.

Interesante metáfora para ubicar en el origen un lugar al vacío.
El libro da las claves (y no en clave) para los analizantes, aquellos que están en una experiencia de psicoanálisis, con un lazo al psicoanálisis y con la práctica del psicoanálisis, claves,  para pensar qué es un analista y por qué caminos deviene, despejando la paja del trigo, lo que es decir, un análisis del que no lo es, un análisis de una psicoterapia. Esto que señalo, tiene consecuencias teóricas, técnicas  y clínicas para la posición y función del analista y respecto del saldo esperable.

La lectura que con sus lecturas, su experiencia en la clínica, en la práctica del psicoanálisis, como docente, como  investigador, realiza como operación sobre los textos freudianos, es en la misma búsqueda que como Picasso, encuentra y el encuentro es un acto de investigación, hallazgo y operación misma, formulando, formularizando conceptos en la medida que los renueva en esta lectura, que es la escritura de su libro (en la forma que tomó la tesis de doctorado como lo dice al inicio del texto).
El modo en que se localizan las citas y se articulan al texto, trayendo un decir, que volviendo al origen, esto es decir Freud, lo retoman, lo amplían, lo iluminan, realzando, poniéndolo al trabajo nuevamente.

Aptitud de analista, un hallazgo del que sigue los rastros en Freud, en la aparición de dos términos alemanes para nombrarla, como idoneidad profesional y un saber hacer que incluye lo pulsional y esto es central. Los obstáculos, los límites, los saldos como restos sintomáticos o saldos lamentables de un fin de análisis.

Lo posible de concluir y lo NO, la salida por donde la hay, no es del orden de lo absoluto y el rastreo del libro lo deja claro. Lo imposible es el lugar de lo irreductible, eso con lo que sólo restará hacer algo, donde ya no hay más sentido a buscar.

Osvaldo Delgado lee a Freud orientado por una lógica, es decir que hace de la lectura de Freud una extracción lógica, por eso es que podemos ubicar allí una operación sobre el mismo texto freudiano. Una lógica que es diferente a hacerle decir la texto lo no dicho, forzarle sentidos, crítica a la que están expuestos los psicoanalistas que entran en conversación con esos textos primeros, fundamentales en el desarrollo del andamiaje teórico que hacen a los cimientos del psicoanálisis, como son los textos freudianos.

En la escritura del texto se lee el docente en Osvaldo, que va hilando paso a paso y haciendo de esos pasos una transmisión leíble, el lector se sentirá llevado, acompañado, hay una especie de interlocución que sin perder el sesgo de investigador se mantendrá del principio hasta su conclusión.

El último párrafo que no puede ser leído suelto para ser captado en su dimensión, sino como final de un recorrido, da cuenta (entre líneas) de la posición del autor. Todo el libro es un acto sobre la causa, que se puede localizar en la escritura de las últimas líneas, allí donde Osvaldo se ubica como tocado por el deseo de Freud.

 

Griselda Enrico (26/07/2013)